Exploración y registro temporal de la memoria a través de temas e ideas dispares y de la transposición del pensamiento nómada a la imagen, al objeto y a la palabra.
En contraposición a series anteriores, más codificadas y herméticas, Mapa de ensayos navega sin rumbo, explora a la deriva, sin condescender con el agobiante rigor de toda serie ysu natural articulación y coherencia; es un dejarse ir, una aventura desprocupada para aligerar la carga conceptual y abandonar prejuicios y dogmatismos.
En contraposición a series anteriores, más codificadas y herméticas, Mapa de ensayos navega sin rumbo, explora a la deriva, sin condescender con el agobiante rigor de toda serie ysu natural articulación y coherencia; es un dejarse ir, una aventura desprocupada para aligerar la carga conceptual y abandonar prejuicios y dogmatismos.
Conjunto heterogéneo, que si bien parece incoherente en su planteamiento, es una sana toma de distancia para reanimar y liberar a mi propio bagaje creativo de una inercia que por momentos se torna asfixiante, angustiosa. Esta serie intenta ser aliciente, alterar el orden de mis cosas, volverme a la dispersión y reconocerme en lo esencial. Por tanto, debe ser vista y entendida como una acumulación de ensayos, como un vistazo a vuelo de pájaro, un mapa de rutas migratorias desconocidas que no contemporiza con la articulación coherente ni profunda o la mirada crítica, y menos cenirse al dictado de formalismos concretos. Es un viaje errante por paisajes vaporosos y diversos, como la huella de la mirada, la ambigüedad del espacio, la discreción del tiempo o la gracia del movimiento; es distancia, ausencia, trayecto, desvío y estación.
Bitácora de pérdidas, de naufragios. Búsqueda de nuevos rumbos, de otra voz —propia o robada—, pero sin pretensión alguna de sacar conclusiones ni dictar moralejas; producto de la crisis de los códigos de nuestro tiempo, crisis que, en el fondo, no es más que un reflejo del ocaso de la inocencia y de la vacuidad de las ideas.
Bitácora de pérdidas, de naufragios. Búsqueda de nuevos rumbos, de otra voz —propia o robada—, pero sin pretensión alguna de sacar conclusiones ni dictar moralejas; producto de la crisis de los códigos de nuestro tiempo, crisis que, en el fondo, no es más que un reflejo del ocaso de la inocencia y de la vacuidad de las ideas.
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